La gran pantalla no tiene alternativa, el séptimo arte se ha visto obligado a cancelar los estrenos de primavera, se han detenido las producciones y los cines locales exploran distintas posibilidades para sobrevivir. En este contexto nace Salavirtualdecine, una iniciativa impulsada por A Contracorriente Films y sus salas asociadas, los cines Verdi, que agrupa a 70 salas de toda España, para que el público pueda disfrutar de algunos de esos estrenos en sus dispositivos móviles y televisiones conectadas a internet. Y es en Salavirtualdecine donde encontramos Vivarium, estrenada el día 8 de abril, que narra la historia de una joven pareja atrapada en una casa con un niño y que adquiere tonos muy distintos a los que tuvo durante su estreno en Cannes.
“Es todo tan extraño. La película que se vio por primera vez en Cannes es la misma que se estrena ahora y, sin embargo, es completamente distinta”, comenta entre críptico y casi protocolario el director irlandés al otro lado de la aplicación Zoom desde Dublín donde se encuentra recluido. Como todos!
Y dicho lo cual y para que quede claro, es el director el que enumera el raro catálogo de paralelismos entre la realidad y la ficción: “Por un lado, está lo obvio. Sí, Vivarium‘ cuenta la vida de una pareja atrapada en una casa con un niño. Pero, si lo piensas un poco, da miedo tanta casualidad: el personaje que interpreta Jesse (Eisenberg) desarrolla una enfermedad que se manifiesta como una tos misteriosa. Aparecen bolsas de cadáveres de manera algo inexplicable. La pareja recibe todo lo que necesita por mensajero. Y luego, y esto ya roza lo paranormal, en las ilustraciones del libro que lee Gemma (Imogen Poots) a su hijo aparece un hombre, una mujer y un niño bajo una especie de símbolo que recuerda con una fidelidad enfermiza el propio dibujo del coronavirus que estamos hartos de ver por todos los lados”. Y llegados a este punto, casi dan ganas de pedir responsabilidades al director por el lío en el que nos ha metido. “Es un poco espeluznante, como mínimo”, concluye, se echa para atrás en el sillón y, por fin, se ríe.