Intérprete de conferencia durante la rueda de prensa de Jeremy Irons en Madrid

Jeremy Irons muestra en Madrid su cara más humana. Su poderosa voz suena a treatro de Shakesperare tamizada con mucha nicotina. Alto, flaco, elegante, conserva todo el magnetismo de las actuaciones por las que ha acumulado los premios más importantes del cine y del teatro

En esta última actuación, Pintores y reyes del Prado, un documental dirigido por Valeria Parisi que se estrenó el día 9 de diciembre en 200 salas españolas, guía al espectador por la historia y cada rincón del Museo del Prado.

Como cuenta el propio Irons, a lo largo de 90 minutos la película desborda la etiqueta de documental porque aúna “pintura, nobleza, pasión, coraje, historia, teatro y fotografía. Es una fusión de almas”.

El viaje empieza con Jeremy Irons contemplando La gloria, el famoso cuadro de Tiziano que conmovió al emperador Carlos V. Y a partir de ahí el recorrido, no cronológico ni lineal, hace que el espectador conozca el alcance del Imperio, la guerra contra Napoleón, la pérdida de las colonias o el traslado de los cuadros durante la Guerra Civil. El actor habla de todo ello paseando por Yuste, El Escorial, Toledo, Madrid y, por supuesto, los espacios más determinantes del Museo del Prado, incluido el taller de restauración y el Salón de Reinos.

Amante declarado del arte en todas sus manifestaciones, Jeremy Irons se disculpó ante la prensa por saludar en italiano con un entusiasta buongiorno y responder en inglés a las preguntas de los periodistas. Celebró la oportunidad de volver a visitar Madrid porque le encanta el baile, la comida, las calles y la gente y contó emocionado como habían sido las noches de rodaje por las salas con el museo cerrado. “Ha sido una experiencia fascinante. Los productores, italianos, lo tenían todo muy bien organizado de manera que cada intervención se hacía con una sola toma. Me dejé dirigir. Puedo decir que ha sido una experiencia muy satisfactoria e indolora”.

Cuando se le pide que escoja entre Velázquez, el Greco y Goya para hacerle un retrato, lo piensa largamente haciendo aspavientos para finalmente responder que elegiría al joven Goya. “Velázquez me haría un retrato superficial y El Greco no me sacaría el lado bueno”, remata entre risas.

Si pudiera, ¿qué cuadro se llevaría a casa? Extendiendo los brazos, Irons contesta que no hay respuesta posible. “Puede que Las merinas o algún Goya porque me gustan todos. Pero, no se puede elegir solo uno”.

Y para terminar da un consejo a los más jóvenes: que vean el documental, que visiten el museo y que levanten la cabeza de las pantallas de sus teléfonos móviles para contemplar lo que les rodea, hablar entre ellos y convertirse en mejores seres humanos.