My father was my hero and my role model

JavierCon estas palabras describía uno de los hijos de Javier a su padre hoy en su funeral. Un discurso sencillo, emotivo, cercano. Sorprendentemente maduro para un chaval de apenas 17 años. Sailesh, sin dejar ni un segundo la sonrisa que le caracteriza, ha narrado con una serenidad casi inexplicable el recuerdo imborrable que deja en él su padre.

Lo confuso y triste que se siente porque su padre no verá crecer a sus hijos, porque no verá cómo son capaces de alzar el vuelo del nido, y vivir una vida independiente. Sailesh nos ha hecho revivir a Javier con su pose, su voz profunda, sus palabras claras y directas. Cuando le he dicho lo mucho que se parece a su padre me ha dicho “es que yo siempre he querido parecerme a él, yo quiero ser como mi padre”.

Nos ha dejado uno de los primeros intérpretes que conocí cuando inicié mi andadura profesional. Una persona a la que jamás vi alterarse por nada y que destacaba por su sonrisa y afabilidad. El intérprete más polivalente, casi podríamos decir, a cualquier idioma, de cualquier idioma, nada le asustaba, parecía que hubiera vivido más vidas que todos nosotros juntos. Y sin embargo jamás le oí hacer alarde de nada. Y eso que, como ha explicado su hermana, su sed de aprender le llevó hasta las mismísimas Antípodas.

Me decía una intérprete, al despedirnos, que Javier vivió con una intensidad serena. Yo diría además que vivió con una serenidad intensa,  combinación a veces difícil de encontrar.

Descansa, Javier. Intentaré seguir todos y cada uno de tus consejos. Me uno al deseo de tu familia, que tengas un feliz último viaje. Vete tranquilo, Javier, tu labor de padre ya ha empezado a dar fruto.

El Meu Pare. Sailesh Guijarro 19 junio 2014

Scroll to Top

I have been working as a simultaneous interpreter since 1992, and my very first assignment was none other than the Barcelona Olympic Games. I was proud to be part of such a historic event, as it allowed me to combine my passion for both sports and my profession.

In my early years, I found myself wanting to be every professional whose world I entered from the interpreting booth. Enthralled by the excitement of the athletes representing us, I dreamed of becoming an Olympic sailor. Another day, I returned home determined to be the best coach. A respected pediatric surgeon. The most efficient orthodontist. A renowned publishing director. A stairlift manufacturer. A high-fashion model. A driver on the new metro line. An actress, a sculptor. A nurse. A President of a board of directors.

I quickly realized that pursuing so many professions, no matter how fascinating they seemed, would be impossible. Instead, I chose to embrace the privilege of giving voice to the remarkable individuals I have had the honor of interpreting for, carrying a piece of each one with me.

I cannot deny that every client I have worked with has left a lasting impression on me, enriching both my personal and professional growth.