To my dear Bettina

Querida Bettina, un mes desde que te fuiste. Todavía sonrío ante aquella lista de palabrejas extrañas que empezamos a coleccionar en todos los idiomas posibles hace ya un cuarto de siglo, durante aquel postgrado en interpretación, y que tanto nos hacían reír cuando las comentábamos y que sigo completando en nombre de las dos. Fíjate cómo al final recordamos siempre los momentos más divertidos. Un mes desde que te fuiste, cómo pasa el tiempo. Querida Nina, querido Axel Sería un tópico decir que nos hemos quedado sin palabras ante la marcha de vuestra madre. Sin embargo, como veis, tenemos mucho que decir. Hay una Bettina familiar que es la que más recordaréis vosotros: cuidándoos, preocupándose de tantos detalles, asistiendo a todos y cada uno de vuestros progresos: vuestros primeros pasos, vuestros cumpleaños, vuestras fiestas, vuestros años de niñez y adolescencia con todas las aventuras que eso conllevaba, para dejaros volar sabiamente más tarde, conocedora de que lo más importante del trabajo ya estaba hecho. Después hay una Bettina amiga que es la que más recordaremos muchos de nosotros, su sentido del humor, sus bromas, su inteligente ironía. Ahí también de nuevo vosotros, pues se la veía orgullosa de lo que había conseguido. No la recuerdo llevando la voz cantante en las ocasiones en que nos habíamos reunido unos cuantos, ya fuera para la cena anual de intérpretes o en algún otro encuentro más en petit comité. La recuerdo como una presencia más bien discreta, aunque no por ello ausente, observando, sonriendo, añadiendo lo justo y necesario para hacernos reír o pensar, como hacen las personas inteligentes. Sus obras de teatro, todo lo que explicaba de sus amigos del Masnou, sus cenas, sus aficiones, su tiempo libre. Y después hay una Bettina profesional que es como la recordaremos también muchos de los que estamos aquí: de nuevo vosotros también implicados, pues planeaba cuidadosamente la logística de la organización doméstica mientras fuisteis pequeños, los viajes, el despacho que compartió un tiempo con algunos de los que están aquí, la decisión de dejar la escrita, su página web, sus conferencias médicas… Bettina no tuvo una vida fácil, pero si alguien supo ver el vaso medio lleno, esa fue ella. No creo que fuera una pose cuando le preguntabas qué tal y te contestaba “de puta mare”.  Se reservaba para los más cercanos, seguramente, el desahogarse de esos obstáculos que a todos nos va poniendo la vida delante. Quería que la recordáramos con una sonrisa, ya incluso mucho antes de saber que estaba enferma. Más allá de las creencias religiosas o espirituales me resisto, me niego a pensar que todo acaba aquí. No tendría ningún sentido. De alguna manera Bettina sigue estando con nosotros gracias a todos los buenos ratos supo regalarnos. Nina, Axel, contad con nosotros. Estáis rodeados de buenísimas personas, sé que tenéis a Greg, que contáis con Agustí, con los hermanos que la vida os ha regalado. Pero no dudéis en llamarnos o en escribirnos para lo que sea, por favor hacedlo. Espero que no me tachéis de superficial refieriéndome a las redes sociales, pero me quedo con lo último que Bettina escribió en su perfil de Facebook, lo leí hace unos meses, y me hizo sonreír, una vez más con esa fina ironía que la caracterizaba. “Estoy segura de que si buscamos mucho mucho mucho, si nos esforzamos mucho mucho mucho, si nos levantamos muy muy muy temprano, alguna noticia positiva sobre Barcelona encontraremos, y sobre Catalunya, e incluso sobre España, sobre el mundo y sobre el resto del universo.” Te olvidaste escribir, Bettina, que no había que hacer el más mínimo esfuerzo para decir millones de cosas positivas sobre ti.

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